Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843. Fue a estudiar Derecho a Madrid, ciudad de la que sería el más profondo observador. Leyó con voracidad a los autores realistas europeos y con devoción a Cervantes. Escribió sin descanso. Fue venerado primero y discutido después. Sus últimos años fueron tristes: pierde la vista, conoce la penuria económica, sus enemigos impiden que se le otorgue el Premio Nobel. Murió en Madrid en 1920. Ideológicamente, fue un liberal progresista que, más tarde, se proclamaría republicano y vecino al socialismo, evolución que fue acompañada en él por un espíritu cada vez más tolerante. Su obra es ingente. No nos detendremos en su teatro, de escaso acierto, aunque escribió más de 20 obras dramáticas (algunas son adaptaciones de novelas suyas, como Realidad o Doña Perfecta). Nos centraremos en su narrativa, con más de un centenar de títulos que se reparten en dos campos: los Episodios nacionales y las novelas largas, con diversas etapas.
Los Episodios nacionales: constituyen un ambicioso proyecto: ofrecer una visión novelada del sigio XIX. Son 5 series; cada una consta de 10 novelas de mediana extensión (salvo la 5a, que solo alcanzó 6). Las 2 primeras (escritas entre 1873 y 1879) abarcan la guerra de la Independencia y el reinado de Fernando VII. A ella pertenecen los episodios mas famosos: Trafalgar, El dos de mayo, Zaragoza… Las series restantes (escritas mucho más tarde, de 1898 a 1912) recogen la guerra carlista, el reinado de Isabel II, la I Republica y la Restauración. En ella destaca la actitud crítica del autor ante la intransigencia y la ineficacia política. Con los Episodios creó Galdós un nuevo tipo de novela histórica, muy distinta de la romántica por el esfuerzo de documentación y el propósito de objetividad. Añadamos el admirable equilibrio entre el aliento colectivo y las peripecias individuales, es decir, entre lo histórico y lo novelesco.
Las primeras novelas: en los anos 70 -a la vez que los primeros Episodios- Galdós publica varias novelas (Doña Perfecta, Gloria etc.) en que presenta enfrentamientos ideológicos ente personajes de espíritu progresista y abierto y personajes de mentalidad tradicionalista y estrecha. El propósito de atacar la intransigencia y el fanatismo es tan visible que convierte estas obras en novelas de tesis, algo toscas.
Las Novelas españolas contemporáneas: así llamó Galdós a las 24 novelas que publicó a partir de 1880. Estamos ante uno de los grandes monumentos de la novela mundial. Es un impresionante fresco del Madrid y de la España del momento en el que se dan cita toda clase de ambientes, de tipos, de sentimientos, desde los más nobles a los más bajos. La mirada de Galdós sigue siendo crítica, pero ha ganado en comprensión cordial y las tesis han dejado paso a un análisis más profundo y abierto. Citemos algunos de los grandes títulos: La desheredads (1881), con cierta influencia naturalista; Tormento y La de Bringas (1884), en que alternan dramáticos conflictos con ambiciones ridículas e hipócritas; Miau (1888), en torno a un cesante, o funcionario que ha perdido su empleo. Pero la joya suprema es Fortunata y Jacinta (1886-1887). En ella no se sabe que admirar más, si las inolvidables figuras que le dan titulo, la rica galería de personajes secundarios, la sucesión y variedad de episodios o el amplio panorama social que los enmarca. Es la obra maestra de Galdós y una de las más altas cumbres de la novela española (en su tiempo, sólo La Regenta de Clarín se le puede comparar). En los años 90, hay una nueva atención de Galdós hacia los problemas espirituales. Así, Nazarín (1895), sobre un sacerdote cuya pureza evangélica es incomprendida; o Misericordia (1897), otra de sus obras maestras, de la que leeremos algunos fragmentos.
El realismo de su estilo: el realismo de Galdós es del tipo más completo, pues atiende tanto a lo ambiental como a lo psicológico. Insistamos en el relieve de sus pinturas de ambiente y, a la vez, en la verdad de sus personajes, fruto de una honda comprensión del corazón humano. Aunque Galdós parte de una observación y documentación rigurosas, el encanto de sus novelas está en la sensación de espontaneidad y viveza que tiene el lector. Esa viveza debe mucho al estilo, expresivo, agil y sugerente; a menudo conversacional y con personales notas de humor.
Lugar de Galdós: tras algunos altibajos, la gloria de Galdós está hoy consolidada. Es revelador el número de obras suyas que han pasado al cine o a la televisión. Galdós ha vuelto a encontrarse así con el favor popular, a la vez que abundantes estudios lo sitúan, tras Cervantes, en la mayor altura de la novela española.