Por entre los robles y castaños, siguiendo las sinuosidades de una vereda casi cubierta por los tojos, vio avanzar un fantasma. Era un fantasma enteramente igual a cualquier otro fantasma aldeano. Venía envuelto en una blanca sábana, traía una luz sobre la cabeza y arrastraba unas cadenas que chirriaban al rozar con los pedruscos del camino. Xan de Malvís se había disfrazado demasiadas veces de espectro en sus aventuras amorosas para no comprender que aquella era auténticamente un alma en pena. Tan asustado quedó que ni habla tuvo para conjurar la aparición inesperada. Corrió hacia su cueva, arañándose en las zarzas, y no concilió el sueño hasta el amanecer. Dos noches después casi tropezó con el mismo fantasma, junto a las rocas cubiertas de musgo que amparaban su guarida.
-¡Jesús, María, José! -exclamó entonces, santiguándose-. ¿Quién eres y qué quieres de mí?
Y el fantasma habló con la voz afligida, un poco en falsete, de todos los fantasmas:
-Soy el ánima de Fiz de Cotobelo, el de Cecebre, que anda penando por estos caminos.
-¿Quieres unas misas? -preguntó resueltamente Fendetestas, como si las llevase él en el bolsillo.
-Nunca vienen mal -parece que respondió el fantasma-. Pero si me ves así es porque hice en vida la promesa de ir a San Andrés de Teixido. Y no la cumplí, y ahora necesito que un cristiano vaya descalzo y peregrinando en mi lugar, y que una vela tan alta como yo he sido.
Xan de Malvís se rascó la cabeza donde, si algunos pelos se habían tranquilizado, otros seguían erizados aún. Balbució:
-Pues…, yo bien iría…, pero, la verdad, no me conviene mucho ni creo que me dejasen llegar muy lejos.
El espectro lanzó un largo gemido que hizo que volviesen a poner de punta aquellos pelos ya sosegados de Malvís, y siguió arrastrando cadenas.
-Rezaré por ti -ofreció Fendetestas.
Desde entonces el bandido pudo saber perfectamente cuándo eran las doce en punto de la noche. Sólo con asomarse a su cueva veía pasar la aparición, gimiendo y ululando, y aun sin asomarse, oía el ruido de las cadenas. Como lo habitual pierde emoción, y Malvís era un hombre valiente, concluyó por familiarizarse con la presencia del fantasma. Muchas noches, sintiendo exacerbada en su soledad el ansia de echar un párrafo con alguien, esperaba, sentado en las piedras musgosas, al espíritu de Fiz de Cotobelo y le instaba a detenerse.
-¿Qué prisas llevas? -le preguntaba.
Y después:
-¿Cómo marcha el asunto?
Entonces ambos conferenciaban gravemente. Fiz Cotobelo se dolía de que todos escapasen aterrados, sin pararse a escuchar lo que tenía que decirles, y de la enorme cantidad de agua bendita que le arrojaban en la aldea y que le hacía andar siempre con la sábana terriblemente húmeda. Malvís hablaba de sus pequeños negocios del día y, sobre todo, de su proyecto de asalto a la casa del cura. A veces el fantasma se interesaba en la vida del bandolero.
-¿Lo pasas bien? -inquiría.
Y Fendetestas escupía en el suelo, elevaba un poco sus hombros fornidos y contestaba:
-Es peor arar, Cotoveliño; te lo digo yo: es peor arar. Lo malo está en que no puedo salir de aquí a comprar tabaco. Si hubiese tabaco en la fraga, no me cambiaba por el maestro de escuela. Palabra. Pero cuando no puedo fumar… Muchos días estuve tentado, sólo por eso, a volver a ser un hombre decente.
Wenceslao Fernández Flores. El bosque animado. 1943.
- ¿Por qué Xan de Malvís comprendió que estaba delante de un verdadero fantasma?
- ¿Cuál fue la consecuencia inmediata de su encuentro?
- Según el fantasma, ¿cuál es la razón por la cual sigue vagando por el mundo una vez muerto?
- ¿Por qué el bandido sabía cuándo eran las doce en punto de la noche?
- ¿Por qué Malvís pierde el miedo al fantasma?
- ¿De qué se lamenta Fiz de Cotobelo además de la cantidad de agua bendita que le arrojaban en la aldea?
- ¿Qué sería peor para Fendetestas que seguir siendo bandolero?
- ¿Cuál es el motivo por el que Fendetestas dejaría voluntariamente de ser un bandolero?
Resuma brevemente el texto (120-180 palabras).
Describa o invente una situación (250-300 palabras) en la que le haya ocurrido algo inexplicable que usted está seguro de haber vivido pero que nadie más podría creer. Explique la situación en la que ocurrieron los hechos, quiénes participaron en los mismos y las consecuencias posteriores que para usted tuvo haber vivido dicha experiencia.