Ruedo y teatro
El ruedo ibérico prometía ser la cima de todo el arte valle-inclanesco. En él tocamos con el uso más amplio y efectivo de la visión esperpéntica. Nace el esperpento como obra de teatro, como espectáculo. ¿No será de notar que el ruedo, el anillo donde lidian toro y toreros, es también lugar de espectáculo, escenario de posible tragedia? ¿No autoriza eso a pensar que el gran tema ibérico está concebido como espectáculo y, según veremos, a lo esperpento? Porque ¿quién es la criatura de esperpento, ahora, en esta forma narrativa? ¿Un tirano sanguinario de las Américas, un grupo de militares y chulos madrileños? No, toda España, la España de una época. El esperpento ha tomado tierra y fecha, carta de ciudadanía, en España; y lugar cronológico, los <<amenes isabelinos>>, o sea las postrimerías del reinado de Isabel II, ya usada a recibir flagelaciones de Valle-Inclán – recuérdese la farsa- en sus rotundas carnalidades. En este vasto mural de España el esperpento soslaya todo lo que toca. En lo más alto, el palacio con fondos de Guadarrama, la Soberana, entre un cura y una monja, <<abre la pompa de su regazo>> y <<esperando la hora del Rosario celebra secreta merendona de compota y chocolate con el padre confesor y la Monja de las Llagas>>. <<El soconusco en la espiritual compañía de aquellas santificadas personas era un regalo del cielo>>. Ya tenemos a la Señora, enredada en los hilos de la beatería, la intriga cortesana y la abdominia. Poco más tarde, dejadas esas espirituales personas y envuelta en peinador de lazos, recibirá en su alcoba al Pollo Real, el favorito de turno que se emplea a su manera en el servicio de la Reina. Queda ya así descendida a la categoria de esperpento moral la más alta dama de las Españas. Si nos saltamos ahora Madrid y sus alrededores, hasta ir a caer en un característico pueblo de La Mancha, Solana del Maestre, se nos designará el pueblo como <<un ancho villar de moros renegados, y sus fiestas, un alarde berebere, pólvora y hartazgo, vino y puñaladas…, polvo de trillas y moscas tabaneras>>. Es uno de esos mismos pueblos tratados con todas las delicadezas de su amor y su estilo por Azorín, – pero aquí se le mira al bies del esperpento, degradado por la tremenda visión desengañadora.
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La gran institución política del siglo XIX, el Parlamento, sale él también malparado, tanto como la reina y los villorrios. <<Uniformes y cruces, levitas y calvas. El conde de San Luis dormita en la presidencia. Velan a los costados, anacrónicos bigardones con porras de plata y dalmáticas de teatro…>>. Cuando habla el jefe del Gobierno le corean risas y protestas. El presidente, recordado por el bullicio, <<rompe una campanilla y aquietado el jollín vuelve a dormitar solemnemente>>. Un secretario lee y nadie se entera. <<Los señores diputados desvalijan sus pupitres de plumas, de papel y de obleas>>. Y en la tribuna el pueblo, o el público, se aburre. No menos esperpénticas se ven las festividades. En la noche de gala del Teatro de los Bufos, lo bufonesco se corre a toda la sala. Un espectador notable es un cristobalón de patillas, <<un fantoche revolucionario>>. En un palco se lucen cinco señoritas, <<cinco adefesios>>. Generala hay que ostenta, orgullosa, falsas pedrerías, y una duquesa hace pasar por pelo a su peluca. Hay <<un fantasmón de sombrero con plumas y capa blanca>>, grande del reino. Los elegantes de la corte son, uno <<cetrino y jaque>>, y otro <<rubiales>> y con el párpado caído. Todo termina con estrépito de cancán y luces de bengala. Si los militares mandones son, en palabra esperpéntica, <<la parranda de Marte>> que, con tufos de amenaza, recorre las calles esparciendo olor alcanforado, porque sus gloriosos uniformes se pasan los años muertos en el armario, defendiéndose contra la polilla, tampoco logra más gloria otra clase muy distante, los toreros. En el poblachón manchego aguardan la hora del sacrifício en una buhardilla, vestidos sus precarios trajes de luces, <<sudados oropeles famélicos>>, y fuman, <<resignados con estoica cobardía al escarnio, al hambre y a la muerte>>. Así quedan sopapeados, zaheridos desde la indumentaria a la moral, dos héroes clásicos, el mílite y el taurario, cuando los sacude sin compasión la visión esperpéntica de la calle del Gato. No hay excepción. Ni siquiera la del mayor héroe nacional de verdad, Cervantes. Porque mirado al bies esperpéntico, tal como lo representa esa estatuilla que tiene alzada en Madrid al otro lado del Congreso de los Diputados, dice Valle <que hace un punto de baile, en calzas prietas, ante el Templo de las Leyes>>. Todo lo abigarrado de esa España, sus cabos de riqueza y pobretería, su entrevero de mugre y colorismo, de bambolla y desgarro, está vuelto lenguaje descriptivo, de ese de <<acotación escénica>>. Aqui se dan las mayores alturas que alcanzó Valle en punto a plasticidad, a policromía, a la audacia de uso de toda clase de elementos pintorescos, superando milagrosamente la vulgaridad del cromo a fuerza de usar sin tasa, pero con genial tino, el chafarrinón, el tizne, la estridencia y las pinceladas de brocha gorda. Quisiera señalar entre las magistrales páginas de este ciclo la soberbia descripción de la tarde de toros en Viva mi dueño, aquel gentío que va a la plaza, a la corrida regia, encabezada por los monarcas -en su carretela, entre caballerizos y palafrenes-, desbordado por las aceras, mientras que, aprovechones, <<alcahuetas y cesantes, pícaros y bohemios, ciegos y lisiados con donaires y lástimas, dan tientos a la bolsa ajena>>. Todo un pueblo, todo lo que le representa, de la reina a la chulapona, corre jacarero jubiloso, despreocupado inconsciente, desatado hacia sucesivos desastres: la Revolución, Sagunto, el 98. La abundancia y el regocijo del color realza trágicamente la potencia expresiva de este gran telón de las postrimerías.
Pedro Salinas. Literatura española siglo XX
PREGUNTAS
- Resuma el texto y analice su estructura indicando el tema central y los núcleos informativos.
- Explique las alusiones al “esperpento”, principalmente, al “tirano sanguinario”, al Parlamento al que califica de “la gran institución política del siglo XIX”, los “militares mandones”, la “visión esperpéntica de la calle del Gato” etc. de manera que se pueda comprender en su totalidad el texto. Comente la frase “El presidente, recordado por el bullicio” y aluda a sus resonancias literarias.
- Analice los rasgos estilísticos propios del genéro literario al que pertenece y que se hallan presentes en el texto.
- Pedro Salinas es autor de diversos textos de crítica literaria. Describa la situación del ensayo, en general, en la época a la que pertenece este autor haciendo referencia a sus principales representantes y sus obras.
- Describa las estructuras lingüísticas y estilisticas que permiten encadenar el discurso y producir la unidad del texto.
- Analice la función estilística de los adjetivos y sustantivos en las descripciones de Valle-Inclán, ya insinuadas en la crítica de Salinas.
- Trace una panorámica general de la situación política y social española del siglo XIX, con especial referencia a la época del reinado de Isabel II a la que alude la obra de Valle-Inclán.
- Describa los estados de opinión antagónicos que se generan desde finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX y la repercusión que tendrán en la fragmentación de la sociedad española del siglo XX.
TEMA: en el texto se alude a la diferente visión del paisaje y de los pueblos españoles por parte de Azorin y de Valle-Inclan. Justifique esta afirmación de Pedro Salinas citando los textos en los que se basa de ambos autores y, en un nivel más amplio, relaciónelos con las visiones opuestas de España de otros intelectuales y artistas plásticos, en especial pintores, alguno de ellos mencionado tradicionalmente como precursor del esperpento.